Viajar a Buenos Aires significa, para cualquier profesión, una escala obligada. No importa si estamos a miles de kilómetros, si necesitamos ir al norte o si el trámite durará menos de 15 minutos: hay que viajar a Buenos Aires. Bien lo saben los futbolistas en torneos predominados por equipos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o del Gran Buenos Aires. Nueve de 22 provienen de allí en la B Nacional y 14 de 20 en Primera, actualmente. El resto de los equipos están repartidos entre 23 provincias.
Pero el fútbol no inventó el unitarismo, claro. La organización de los torneos y su composición responde a un modelo impregnado desde mucho antes. Lo cierto es que Atlético, separado por más de 1.200 kilómetros de la Capital, y como cualquier hijo de vecino del interior, viaja una vez por mes, como mínimo. Octubre, por ejemplo, empezó con un duelo en Tandil, provincia de Buenos Aires, ante Santamarina, continuará esta tarde con el duelo ante All Boys en Floresta, al oeste de Capital Federal y culminará el 31 visitando a Temperley, al sur del GBA.
¿Pero, cuáles son las consecuencias de viajar tanto a Buenos Aires? El tema económico no influye demasiado: la AFA paga los pasajes de avión para 25 personas (ida y vuelta) cuando el destino es Buenos Aires y pone un colectivo a disposición para cuando el duelo es en el interior.
En ambos casos termina debitando esos servicios de la cuenta corriente que el club tiene con la casa madre del fútbol argentino, por la plata que recibe de la TV.
La más importante consecuencia es la forma de llegar. Cuando el viaje es a capital, el plantel llega a destino en dos horas, mientras que para arribar a Posadas, por ejemplo, donde se encuentran Crucero del Norte y Guaraní, demora cerca de 20. El viaje más corto que le tocó esta temporada son las nueve horas que separan a San Miguel de Tucumán de San Francisco, Córdoba, casa de Sportivo Belgrano. Varias horas más implica viajar a Santa Fe, Mendoza o a Paraná.
Así, a primera vista, a Atlético le debería representar un mayor esfuerzo jugar contra los equipos del interior: más tiempo arriba del colectivo y, por ende, mayor desgaste... Pero no. Si hablaran sus números, Atlético prefiere ir en bus.
Si contamos a partir de su ascenso a la B Nacional desde el ex Argentino A en 2009, de los últimos 65 partidos que el “decano” jugó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o Provincia de Buenos Aires, solo ganó 15. En total consiguió apenas el 33,8% de los puntos producto, además, de 21 empates y 29 derrotas.
En el interior logró 16 triunfos, 19 empates y 19 derrotas. Un promedio del 41,3% de los puntos que se pusieron en disputa.
“Este es un torneo que genera mucha impaciencia en la gente, por como es”, analizó Héctor Rivoira. El técnico se refiere a los 10 ascensos en juego, pero también a las posibilidades y a la disposición geográfica. Las zonas se dividieron en parejas para que todos viajen la misma cantidad de kilómetros y de la misma manera. Gimnasia (J) de un lado y Atlético del otro, lo mismo con Independiente Rivadavia y San Martín de San Juan, Guaraní y Crucero, Unión y Colón, etcétera.
Todos tienen las mismas chances pero en un torneo con mayoría de equipos del interior, Atlético parece tener ventaja si se trata de traslados largos y por tierra.